Francisco Jara
AFP
MARIEL --
La extracción y comercialización de piedras ornamentales comenzó
hace dos siglos en Cuba, pero el negocio sigue en pañales, frenado por
diversos factores económicos y políticos.
Sin embargo, ahora
existe un tímido auge en la construcción, con las inversiones hoteleras,
nuevos negocios privados y la ampliación del trabajo por “cuenta
propia”.
La venta de materiales de construcción fue liberada hace
un año por el presidente Raúl Castro como parte de sus reformas
económicas, en un país que tiene un elevado déficit habitacional y
muchas edificaciones deterioradas.
Este nuevo escenario es el que quiere aprovechar Mármoles Cubanos,
con la mira no sólo en el mercado de la isla, sino también el externo,
en particular el Caribe y Centroamérica. A Estados Unidos no puede
vender, pese a su proximidad, debido al embargo vigente desde 1962.
“El
primer destino (del mármol cubano) son las obras del turismo; todas
estas obras se están haciendo básicamente en la Cayería Norte de Cuba”,
explica Manuel González, director de la filial Occidente, una de las
cuatro que tiene la empresa.
Esta filial tiene su planta
procesadora en el puerto de Mariel, a 50 km al oeste de La Habana, donde
produce cada año 92,000 metros cuadrados de planchas de mármol y
Jaimanitas, piedra originaria de la isla muy útil para revestir muros.
El mármol crema Valle, de color beige, es extraído de yacimientos cercanos a la Sierra Maestra (sureste).
“El
mármol cubano tiene características físico-mecánicas similares” al
italiano, dice el director general de la empresa, Jaime Hernández.
La
compañía exporta ahora solo el 20% de su producción, principalmente a
China y pocas naciones de Europa y América Latina, por un monto inferior
a dos millones de dólares al año.
Además, la empresa suministra
personal especializado en la instalación de mármol, que trabaja ahora en
hoteles en construcción en Varadero, Cayo Coco y Cayo Guillermo (frente
a la costa del centro de la isla), entre otros sitios turísticos,
explica González.
También trabajan remodelando dos hoteles de La
Habana –el Capri y el Inglaterra–, y el exclusivo Club Habana, un
condominio a orillas del mar donde viven diplomáticos y empresarios
extranjeros.
La planta de Mariel procesa también la Jaimanitas,
piedra opaca y rugosa muy usada en la construcción en la isla porque
soporta bien la gran salinidad del aire en las zonas costeras.
La
cantera de la Jaimanitas, explotada desde hace 40 años, está en Playa
Baracoa, al costado de la ruta costera entre La Habana y Mariel.
“La
Jaimanitas tiene una utilidad grande en todos los lugares cerca del
mar, preferentemente para enchape, porque reduce el mantenimiento de la
fachada, y permite a los arquitectos hacer combinaciones con otros
materiales, como madera”, dice González.
La empresa tiene
ambiciosos planes, que se enfrentan a la falta de capital para invertir y
expandir la producción y las ventas. De hecho, la compañía tiene nueve
yacimientos paralizados, entre ellos uno de mármol negro en Pinar del
Río.
También está paralizada la cantera de la piedra Capellanía,
la misma usada hace casi un siglo en la construcción del Capitolio de La
Habana, réplica del Capitolio de Washington.